Las circunstancias políticas y sociales del territorio murciano durante la Alta y Baja Edad Media fueron muy distintas a las del resto de la Península. El proceso de Reconquista, que duró nueve siglos, y la dominación musulmana alejaron a Murcia de las expresiones visuales propias del Medioevo. No es posible encontrar la estética románica en nuestras fronteras y las obras góticas son muy escasas y pertenecen a un gótico tardío.
Los reinos visigóticos no tuvieron en Murcia un territorio con el potencial económico que el imperio romano había podido aprovechar al menos hasta el siglo IV. El desarrollo de las artes visuales, que en lugares como Asturias y otras provincias del norte había originado un arte local prerrománico y románico de gran importancia, dejó a Murcia huérfana de ejemplos románicos. La posterior invasión islámica acabó con los pocos ejemplos del período de transición de lo tardoantiguo a lo románico, ejemplos que hoy día sólo podemos reconstruir con la ayuda de la disciplina arqueológica.
Pese a esta laguna, plenamente configurada por la realidad histórica, Murcia sí tuvo durante la Baja Edad Media ejemplos góticos, si bien, en el caso de la arquitectura, la mayoría de ellos fueron reconstruidos en siglos y períodos artísticos posteriores, o destruidos y abandonados por distintas circunstancias. Desde las líneas de fortificación y torres que se distribuyen por toda la geografía murciana hasta las bóvedas de crucería tardogóticas que aún podemos contemplar en algunos de nuestros templos, el recorrido artístico medieval de Murcia se nos muestra como un pequeño museo de recuerdos, a la manera de las cámaras o gabinetes de curiosidades.
Sacra Cantero Mancebo