El topónimo de la pedanía de La Hortichuela es uno de los más antiguos del municipio de Torre Pacheco. Deriva del latín "Hortu" (huerto), al que se le añadió el sufijo diminutivo "chuela", que según Enrique Garcés parece escogido por la atracción del idioma italiano. Pocos datos poseemos sobre el asentamiento humano y la Historia de estas tierras en los períodos de la Prehistoria y la Edad Antigua, por lo que debemos ligarlos a la del municipio, que tiene en el yacimiento prehistórico de la Sima de la Palomas del Cabezo Gordo el testimonio más antiguo de poblamiento en sus tierras, y parece ser que de toda la Región de Murcia.
Durante el periodo romano los campos del municipio de Torre Pacheco se encontraban insertos en pleno Campus Spartarius, sirviendo para la actividad agropecuaria. En el siglo XIII es cuando el monarca Alfonso X decide que todos los ganados de Murcia pasten en la dehesa del Campo de Cartagena.
Fue en el siglo XIV cuando comenzaron a llegar las primeras familias, que construyeron casas de labranza dedicadas al pastoreo y a la agricultura. Para guarecerse de los implacables ataques berberiscos, estos adelantados de la repoblación levantaron torres para comunicarse con los escasos y dispersos vecinos. Con los años, en torno a alguna de estas atalayas se fueron formando pequeños núcleos de población fija o trashumante.
Los molinos de viento aparecerían en Torre Pacheco en el siglo XVIII, siendo el documento de mayor antigüedad de 1755, aunque es en el siglo XIX cuando se concentra el mayor número de molineros. Estos molinos son de tipo mediterráneo de torre, eje horizontal atravesado por cuatro pares de varas (palos), velas latinas (generalmente ocho triangulares) y techo giratorio. Su origen es consecuencia de la necesidad de molienda y prensado de cultivos mediterráneos como el trigo, la vid y el olivo. La existencia de molinos ubicados en el caserío o pedanía de La Hortichuela, así como su nombre, nos indica la actividad económica de sus pobladores y sus tierras, la actividad agrícola, que continúa hasta la actualidad.
En los parajes de La Hortichuela se encuentran dos de los molinos retaurados y puestos en valor del municipio de Torre Pacheco, son el Molino del Pasico y el Molino de Viento de La Hortichuela, que estaban dedicados a la extracción de agua para el uso agrario y ganadero. Posee una planta circular con un diámetro de unos siete metros, mientras que en altura alcanza unos ocho metros, sin contar con la techumbre de madera cónica que lo corona. Está construido con piedras y argamasa y encalado blanco. Anexas a él existen una gran balsa y una noria, en la cual se colocaban los arcaduces, pequeños recipientes de barro, con los que se sacaba el agua. En su fachada se encuentra el número del año en el que se construyó, 1870.
La actividad económica de La Hortichuela se fundamenta en la agricultura intensiva, produciendo una gran variedad y cantidad de hortalizas y verduras cuyo desarrollo vino dado gracias al agua procedente del trasvase Tajo-Segura. El territorio de La Hortichuela está dedicado de manera intensiva a los cultivos de hortalizas y frutales como el melón, las acelgas, los pepinos, pimientos o tomates. Los frutales están representados en huertos de cítricos como las naranjas y el limón.
Es una amplia llanura donde se alza el Cabezo Gordo, formando un paisaje singular, ya que es el único reducto elevado en medio de la llanura de unos 312 metros de altura. En él aparecen especies animales y vegetales que están prácticamente extinguidas en el resto del Campo de Cartagena. Existe una gran variedad de ecosistemas, abundando roquedos, matorrales bajos, llanos pedregosos, cuevas, etc.
En total hay 106 especies de vertebrados, 200 de plantas y un número indeterminado de invertebrados. Entre la flora cabe destacar la cornicabra, el chumberillo de lobo, y el único cactus autóctono de Europa, el palmito. Otras especies de interés son: la coscoja, el pino piñonero, el pino carrasco o cuatro especies de helecho.
Las aves son el grupo faunístico más representativo, destacan el cernícalo, el mochuelo o el petirrojo. Existen un total de 20 especies de mamíferos como el zorro, la musaraña o el lirón careto. Además, habita una gran colonia de murciélagos y especímenes de lagarto ocelado, culebrilla ciega y sapo corredor.
Los habitantes de esta pedanía disfrutan de las distintas fiestas celebradas en el municipio. Las Fiestas Patronales de Torre Pacheco en honor a la Virgen Ntra. Sra. del Rosario, se celebran el día 7 de octubre. En el año 1.996 se incluyeron en estas fiestas los actos trinitarios y berberiscos, que rememoran las temidas incursiones berberiscas que atacaron las costas y el Campo de Cartagena durante los siglos XV, XVI y XVII.
En las fiestas del Pasico o Merienda del Pasico que se celebran el lunes de Pascua, es tradición acudir al Paraje del Pasico, donde se sitúa la Ermita y el Molino de Viento, para merendar en sus alrededores, y las fiestas del melón, que se celebran en agosto. Dado que el melón es uno de los productos más típicos del sector agrícola en el municipio, esta festividad supone un reconocimiento y agradecimiento a los agricultores, empresas agrícolas y cooperativas agrarias de transformación por la labor desempeñada año tras año. Se realiza una programación de actividades formativas, lúdicas y culturales que culminan con la entrega del premio Melón de Oro.
La gastronomía del municipio es rica en verduras, frutas y pescados por la producción variada de sus campos así como por la cercanía al mar. Como platos típicos de esta cocina se pueden destacar el caldero, el asado con dorada o mújol del Mar Menor, y el guiso de pelotas que se degusta en invierno y, sobre todo, durante las fiestas navideñas, sin olvidar la gran variedad de embutidos caseros característicos de estas tierras.
Se debe citar también el melón con jamón, que combina lo dulce con lo salado, y las migas con tropezones que, tradicionalmente, se hacen en días de lluvia. En repostería destacan los cordiales y delicias sin olvidar el arrope, el arroz con leche y las flores, estas últimas con espectaculares formas a las que deben su nombre y realizadas tradicionalmente para conmemorar celebraciones tales como las comuniones.