La Historia de esta pedanía y su explotación está ligada a la vida de los habitantes de San Pedro del Pinatar y al desarrollo del municipio, del que ha sido uno de los motores principales. Las Salinas de San Pedro del Pinatar se han estado explotando desde época romana, hecho que queda probado por el hallazgo de balsas de decantación, aunque probablemente se explotaran anteriormente por los cartagineses. En época romana, la sal era utilizada en la industria de las salazones. Los musulmanes continuaron con el laboreo salinero.
Conocidas como las salinas de Patnía desde los romanos, Alfonso X las incorpora a la Corona castellana en 1266, y posteriormente pasan a ser explotadas por la Orden Franciscana.
En 1470 las compra el Concejo murciano y las pone bajo arrendamiento, la mayor parte del tiempo explotadas por la familia Hurtado. Felipe II las incorpora, nuevamente, al patrimonio de la Corona española.
En el siglo XVIII se construye un muelle de la sal al Mar Mediterráneo para facilitar su comercialización. En 1879 la sal deja de ser monopolio del Estado, bajo la administración de un encargado nombrado por él, y las salinas salen a la venta. En 1880 el empresario gallego Manuel García Coterillo las compra y, desde entonces, se conocen como las Salinas de Coterillo. En 1905 la burguesía de la zona crea la Mancomunidad de las Salinas Marítimas de San Pedro del Pinatar y se las compra a la familia Coterillo. Esta compra supone una ampliación de sus instalaciones y se construyen los dos molinos de viento más característicos, el de Quintín y el de la Calcetera, que, hasta los años 70' cumplieron la función de trasegar agua del Mar Menor y de moler la sal, que llegaba a los estanques a través de una cinta de cangilones.
Su funcionamiento es el siguiente: el agua de la albufera es bombeada a las primeras charcas, que hacen las veces de depósito. Es al trasvasarla a otros estanques de menos profundidad, los llamados calentadores, cuando, por efecto de la evaporación del sol y del viento, se incrementa hasta la saturación. Por último, el agua es trasladada desde los saladares a otros estanques o balsas llamados cristalizadores. Cuando el sol ha conseguido la precipitación de los cristales de sal empieza la extracción de la placa salobre, operación que se realiza con cuidado para no dañar la base arcillosa; finalmente, los tractores cargan la mercancía en camiones para proceder a su lavado, envase, almacenamiento y distribución.
En 1920 la compañía mallorquina Salinera Española S.A. compró las salinas, que eran la empresa más importante de San Pedro del Pinatar. En esta época, coincidiendo con la creación de los sindicatos obreros, se crea un grupo sindical 'Trabajadores de la sal la realidad', lo que demuestra un alto poder reivindicativo en la zona. Durante la Guerra Civil la empresa estuvo autogestionada por los propios trabajadores pero, al finalizar la contienda, recuperó su anterior propietario.
Las Salinas de San Pedro han sido desde los comienzos de su explotación en la Antigüedad una fuente constante de ingresos, no sólo para los habitantes de Las Salinas, sino para todo el municipio. Hay que resaltar que los beneficios de este producto han ido en aumento gracias a las nuevas tecnologías y a la apertura de nuevos mercados, en Europa y el resto del mundo. La pesca ha constituido, también desde ese mismo período, el otro pilar básico de su economía. Se realiza a través del sistema de pesca traído por los árabes, el de las encañizadas; se trata de una especie de laberinto de cañas, estacas y redes que desvían los peces de una parte de la gola a otra.
Hasta el año 1960, las especies más abundantes del Mar Menor fueron: el mújol, la dorada, el salmonete y el magre. Actualmente predomina la anguila, el mújol y el chirrete, aunque también se encuentran boquerones, gambas, lenguados, lobarros, sargos y salmonetes.
Las fiestas de San Pedro del Pinatar, que también disfrutan los habitantes de Las Salinas, comienzan en enero con la cabalgata de los Reyes Magos que llegan en barco para pasearse después por las calles.
La Semana Santa constituye un momento destacado, sobre todo la procesión de Viernes Santo, en la que participan 11 pasos y que se viene celebrando desde 1951, y la del Domingo de Resurrección.
Las fiestas patronales se celebran en honor de S. Pedro Apóstol a finales de junio y engloban en su programa una extensa gama de actividades, verbenas de elección y coronación de la Reina y su Corte de Honor, competiciones deportivas, quema de fallas, gala de trovos y el día grande de las fiestas, el 29 de junio, en el que se celebra una Misa huertana y una procesión por las calles de la localidad.
Otras fiestas a destacar se celebran en julio en honor de Nuestra Sra. La Virgen del Carmen, poco antes de que llegue la Romería a Lo Pagán, barcos de recreo y pesca, engalanados y abarrotados de fieles, empiezan a situarse, esperando que embarque la imagen de la Patrona. En el transcurso de la Procesión Marítima, se celebra una ofrenda de claveles en memoria de los hombres del mar fallecidos y se guarda un minuto de silencio.
El Parque de las Salinas y Arenales de San Pedro del Pinatar se encuentra al Este, las dunas y el pinar del Cotorrillo, y las playas del Mojón, Barraca Quemada, Torre Derribada y La Llana, separan a las salinas del Mediterráneo, mientras que por el Suroeste sólo una estrecha mota sirve de límite con el Mar Menor. Por el Este y el Noreste las bordean saladares y carrizales.
Las actuales salinas se localizan sobre una antigua zona palustre, formada en una depresión litoral rellenada por materiales cuaternarios. Se trata de una zona llana, con una cubeta poco profunda cerrada por una barrera arenosa. La zona de arenas empieza en la playa, en cuyo límite superior existen dunas móviles, que van siendo progresivamente fijadas por la vegetación. En la zona de transición entre las dunas y las salinas aparecen saladares y pequeñas charcas. Las encañizadas son un conjunto de bajíos limosos, acúmulos de restos de plantas marinas y pequeñas islas, surcado por canales más profundos. El movimiento de agua entre el Mediterráneo y el Mar Menor hace que sus amplias superficies fangosas queden periódicamente al descubierto. Al este de las encañizadas, grandes acumulaciones de algas marinas han dado nombre al paraje más remoto del conjunto: Punta de Algas.
De entre la fauna destacan en las charcas salineras los flamencos, el zampullín cuellinegro, el charrán común o el farfet, estos son sólo ejemplos de la abundante biodiversidad que puede encontrarse en el parque.
En la gastronomía de Las Salinas se pueden encontrar múltiples platos con dos ingredientes esenciales: el arroz y el pescado. El tradicional arroz caldero, plato de pescadores llamado así por el recipiente de hierro en el que se cocinaba, y cuyos ingredientes principales eran los restos del pescado que no se podían vender, es hoy el plato típico de la zona del Mar Menor. Una variante de este plato es el arroz con bogavante, plato suculento en el que también se utilizan ñoras para su elaboración. Otras claras muestras de la sabrosa cocina de este municipio son el arroz y dorada del Mar Menor, cuyos ingredientes son, además de los que su nombre indica, pimientos y caldo de pescado; y el arroz con langosta, exquisito y refinado plato, en el que la langosta cortada en sentido longitudinal acompaña al arroz cocinado con caldo de marisco.