Los pobladores de estas zonas supieron explotar los recursos naturales de sus parajes. Desde épocas remotas el agua de las ramblas de Torrealvilla o Madroño y fuentes como la de Cañada del Pino permitían la irrigación de las tierras y posibilitaba el mantenimiento de las cabañas de animales.
La presencia de arbolado y su situación próxima a una de las vías naturales de penetración, que comunican el valle del Guadalentín con el interior en dirección a la comarca del Noroeste, han gozado desde la Prehistoria de gran atractivo para los pobladores. Todo este tipo de recursos permiten la instalación humana desde el Paleolítico Superior hasta la actualidad, momento en el que las tierras se siguen cultivando.
Los vestigios arqueológicos nos dejan huellas de asentamientos en estas zonas, como el poblado eneolítico cerca de Torrealvilla. Los siguientes períodos culturales supieron explotar los recursos mencionados como los hallazgos de la cultura argárica y los ibéricos. Es durante la dominación romana cuando disponemos de más restos, como los de Torralba, caserío del cual dependería Torrealvilla y del que, según cuentan, toma su nombre.
El yacimiento hallado cerca de Torralba se encuentra situado en lo alto de una loma, dominando todo el valle irrigado por la rambla de Torrealvilla. El elevado número de molinos de rotación manual, un molino de tracción animal, los silos para guardar grano con forma circular, balsas y acueductos manifiestan la base económica de estos parajes desde la Antigüedad, la agricultura. Este complejo agrícola tendría una vida ininterrumpida desde el siglo I al XIII, siendo ocupado posteriormente por los árabes hasta la conquista de los castellanos en el siglo XIII. Los siglos de inestabilidad hasta la Reconquista en el siglo XV, prácticamente despoblaron estos campos.
En el siglo XVI aparece el topónimo Torralba como límite sur de Campo Coy. En el siglo XVIII aparece en los documentos Torralba y Torrealvilla como buenos caseríos o alquerías. A partir de éstos se desarrollarían otros núcleos de población, bien como caseríos independientes o como poblaciones donde residían los labradores de los caseríos cercanos en parajes como Las Cañadas, Chorrillo, Los Raspemos, Los Tiemblos, Sallavera, Zúñiga y La Juncosa, Cementerio o Cerdá. Es en este mismo siglo cuando tenemos noticias de la Ermita de Torrealvilla, siendo atendida por el mismo capellán que la Ermita de Torralba, de la cual dependería hasta el siglo XX. El caserío de Torralba fue perdiendo importancia a favor de otros caseríos y pueblos como Torrealvilla a partir de los años 50' de este siglo.
Además de la flora propia de los cultivos tradicionales del territorio de la diputación que son el olivo y el almendro cabe mencionar las extensiones de pinadas y bosque bajo mediterráneo. Pinos, hierbas aromáticas como tomillo, romero y el esparto son las especies más representativas.
La fauna es la habitual en los parajes del secano murciano, abubillas, culebras bastardas, perdices, liebres y conejos.
Código Postal: 30814
Origen: Siglo XVIII
Altura media: 750 m.
Habitantes: 86
Superficie: 77.3 Km2
En el pueblo de Torrealvilla celebran las fiestas del 6 al 8 de diciembre en honor de su patrona la Inmaculada Concepción, las actividades durante estos días se suceden para el disfrute de vecinos y visitantes, se organizan juegos infantiles populares, amenizados con verbenas musicales, y degustación de migas una vez realizado el concurso de migas.
La misa y procesión en honor de la Inmaculada Concepción se ameniza con cantos de cuadrillas y bailes tradicionales.
Otras fiestas que se celebran en esta pedanía son las de Zúñiga, la segunda semana de agosto en honor de la patrona la Virgen de Fátima.
Se suceden durante estos días los juegos infantiles y los concursos amenizados con actuaciones musicales en la verbena nocturna. La suelta de vaquilla y la procesión son dos de los eventos que más vecinos reúnen, con pasacalles y cuadrillas.
La cocina de Torrealvilla tiene como base las legumbres, las hortalizas y los cereales, así como las carnes, sobre todo, la porcina y el cabrito.
En invierno, se cocinan platos contundentes como la olla de cerdo o fresca guiso de garbanzos o alubias y arroz con productos obtenidos de la matanza, o las artesanales migas con tropezones con ingredientes porcinos.
No olvidamos los excelentes embutidos como el blanco, las morcillas, las longanizas roja y blanca o los jamones. En otoño y primavera encontramos platos como el trigo guisado con Pelotas, la aletría o los gurullos. Y en verano podemos disfrutar de la popular fritá o el refrescante gazpacho.
Cocinados en los típicos hornos morunos son las patas de cabrito con patatas y unas tortas, con aceite, pimentón y sal llamadas crespillos. De los postres típicos de esta zona, casi todos de origen árabe, son muy conocidos los alfajores, la tortada o las picardías.